Como un secreto, Aitor Martínez Merino ha ido trabajando en un disco imaginario desde su habitación a lo largo de los años. Sin experiencia en otros proyectos y sin ni siquiera haber actuado en directo, se animó a grabar de manera profesional todo lo que había ido cocinando durante casi una vida en El Tigre Studios con Jon Aguirrezabalaga, a quien estaremos eternamente agradecidos por habernos acercado a la posibilidad de editar un disco tan importante.
Volvemos a la habitación, una habitación oscura en la que cohabitan Arthur Rusell, Fugazi, Mikel Laboa y Tomatito, por decir, ya que la propuesta de Aitor es tan personal y valiente que casi podría ser la definición en sí misma de un nuevo género a su alrededor. Los nombres pues sobran y nos quedamos con cadencias, giros y progresiones inesperadas, con las que jai/egun recurre a un lenguaje universal y primario.
Con textos en euskera y prácticamente la única ayuda de una guitarra española tocada con genio y rabia, jai/egun desgrana un auténtico ejercicio de introspección, abriéndonos una ventana a su vida y a su mundo. El resultado, un álbum sobrecogedor, a ratos desolador, cálido y sorprendente, que se anticipa como uno de los discos del año.